miércoles, 4 de junio de 2014

Vino Fondillón.









La huerta alicantina y el vino Fondillón.


Introducción.

 El fondillón es un vino dulce elaborado en la provincia de Alicante con gran fama desde el siglo XV. Antaño este vino se producía en los viñedos existentes en la antigua Huerta de Alicante, en las localidades de Muchamiel, San Juan de Alicante y en las partidas de La Condomina, Orgegia, Fabraquer, Ravalet y Benimagrell de la propia ciudad de Alicante.  Actualmente estos viñedos han desaparecido por la presión urbanística y porque la plaga de la filoxera a punto estuvo de arrasar todas las cepas. La producción del fondillón se ha trasladado al interior de la provincia, donde se elabora en comarcas del Alto y medio Vinalopó, en localidades como Monóvar, Pinoso, la Algueña o Villena donde se está recuperando gran parte de su prestigio.
Se produce exclusivamente con las uvas de variedad Monastrell. Se caracteriza por una alta graduación de unos 18º debido al azúcar existente en la uva.

La huerta de Alicante.

Pese que la ciudad de Alicante fue, durante la edad moderna, un importante enclave comercial debido a las ventajas de su excelente puerto y al establecimiento de importantes colonias de comerciantes extranjeros, lo cierto es que siempre mantuvo un estrecho contacto con su huerta. No obstante no cabe olvidar otras zonas productivas no cultivadas como los montes, pastizales o espartales y, por supuesto, los secanos ubicados al oeste de la ciudad.
La Huerta de Alicante comprendía toda la zona desde la salida de Alicante a Valencia, extendiéndose a uno y otro lado del camino, desde su comienzo en Vistahermosa hasta el caserío de la Santa Faz y el pueblo de Sant Joan. Desde Muchamiel, en el norte, hacia Poniente llegando hasta Palamó y Tángel, enlazando en el Este con las tierras de Campello.
En estos parajes había un buen número de fincas dedicadas a la agricultura y también a recreo; casas solariegas, que eran verdaderos palacios con escudo nobiliario, propiedad en su mayoría de ilustres apellidos alicantinos como Vista Alegre, Lo de Díe, Torre Juana, El Pelegrí, Casaus, Buena Vista, Torre Boter...
Se mostraba durante la edad moderna como una mancha verdosa en una superficie próxima a las 3000 hectáreas protegida de los fríos vientos procedentes del interior por una barrera montañosa integrada por las cumbres de gran altura como el Maigmó, Puig Campana, Cabeçó d’Or y Aitana.
El apelativo de “huerta” no llegó a corresponderse con la realidad en época alguna y cabría referirse como un “secano mejorado” o un “secano regado”.
Pese a la bondad del clima alicantino la falta de precipitaciones siempre supuso un problema para los campesinos, abocados al uso exhaustivo del exiguo caudal del rio Montnegre, el único que surcaba su huerta. La ciudad gozaba, según privilegios reales otorgados durante el Medievo, de la utilización exclusiva de las aguas del rio Montnegre. El agua quedó adscrita a la tierra y sus poseedores pasaron a figurar en el correspondiente Libro de Reparto.
Para intentar asegurar el riego en las épocas del año  que más escaseaba el agua, la ciudad de Alicante decidió acometer l construcción de un pantano. Así entre los años 1579 y 1593 se levantó el modélico embalse de Tibi  por expreso deseo de Felipe II. El coste total de la obra, más de 58.000 libras valencianas, fueron sufragadas en mayor parte por la propia ciudad de Alicante. No obstante Felipe II, en 1596, concedió a la ciudad, con el fin que pudiera  afrontar los gastos, el disfrute de los diezmos y primicias que produjeran las tierras novales, esto es, aquellas que se beneficiaran directamente del  nuevo riego.
En el siglo XVI Martín de Viciana describe cómo en la huerta alicantina se recogía trigo, cebada, aceite, higos, algarrobos (100.000 arrobas al año), almendra y almendrón (700.000 cargas anuales), barrilla y sobre todo, vino (150.000 cántaros al año).
La mayor riqueza de la Huerta provenía sin duda del cultivo de la vid y su posterior transformación en vino.
Fernando el Católico en 1510 prohibió la distribución en Alicante de vinos procedentes de otras tierras. Felipe II en 1596 confirma el privilegio anterior.Todos estos privilegios vienen dados para proteger el vino autóctono ya que la fama de ellos había traspasado nuestras fronteras, tal como relata Jerónimo Múnzer, que en 1492 en su libro “Itinerarium sive prereginatio per Hispaniam ...”, escribe, refiriéndose a Alicante, “en la parte oriental de esta tierra elabórase mucha cantidad de vino blanco, pero es aún más el que llaman tinto de Alicante, de gran mercado en Inglaterra, Escocia, Flandes y otros lugares de Europa...



El Vino Fondillón.

El ilustre botánico valenciano Antonio Cavanilles  por orden del Rey empezó a recorrer España y confeccionar sus tratados. En 1791,  dice lo siguiente del vino Fondillón:
“Hallanse más contíguos y en mayor número los granos de Parrell que los de Monastrell y por eso algunos cosecheros adulteran el vino llamado de Alicante mezclando uva de las dos cualidadesparecidas en color. El verdadero Alicante debe hacerse de uvas Monastrell y de ellas resulta aquel vino tinto, de un sabor dulce, con alguna aspereza tan estimado en todas las naciones”.
El Fondillon fue el primer vino que tuvo nombre propio, y se puede decir que nació de la casualidad que propició el régimen especial de arrendamiento de las tierras, la austeridad del campesino y la paciencia.
Durante mucho tiempo se practicó la costumbre tradicional de cesión de tierras en el régimen especial de enfiteusis, que consistía en que mientras quedaran vides en producción de las que se plantaron en su día, la explotación de los terrenos seguía siendo derecho del arrendatario. Como consecuencia de este peculiar sistema, resultaba que con el transcurso de los años las plantas se iban extinguiendo y agotando. Las viñas quedaban diezmadas, pero el viñador llevado por su condición de austeridad seguía cultivando y recolectando con el fin de no perder sus derechos.
La vendimia era un trabajo de verdadera y pura artesanía. Se empezaba por seleccinar las uvas eliminando los racimos que no hubieran desarrollado bien o no fueran normales, apartando de aquellos incluso, los granos que no estuvieran completamente sanos. Seleccionada así la uva se la asoleaba con el fin de que al perder agua se concentrara el jugo en azúcares. En alguna ocasión se podía llegar a perder hasta la mitad de su peso.
El asoleado se solía hacer en cañizas semejantes a los que se dedican a la obtención de pasas en la zona de La Marina. Cañizas que se colocaban en el “safarich”, especie de terraza exterior, parte fundamental, como sabemos, de ese pequeño complejo que constituían las clásicas bodegas caseras de toda esta tierra, verificándose la pisa de los racimos asoleados con el ritual de costumbre.
El mosto obtenido, juntamente con la casca, se ponían en cubas de fermentación. Toneles de roble, generalmente, en los que arrancaba muy lentamente ésta, por la gran cantidad de azúcares obtenidos, estando el hollejo en contacto con el mosto de veinte a treinta días, con lo que se conseguía una disolución de toda la materia colorante del mismo.
Se obtenía un vino de gran fuerza alcohólica, 17-18 grados con mucho cuerpo y capa y además una gran densidad, que podía llegar a los 6-8 grados Braumé, al no poder fermentar, como es lógico, la totalidad de azúcares aportados al mosto, por su enriquecimiento en el asoleado de las uvas.
Y después a enraciarlo en los toneles de crianza o se agregaba a las soleras de que disponían casi todos los cosecheros de la época. Al paso de los años y a la influencia de las soleras, el vino se iba despojando de color y al mismo tiempo adquiriendo ese conjunto de aromas propio nada más que de vinos excelentes añejados.
Había una cierta diversidad de fondillones debido generalmente al mayor o menor grado de asoleamiento de las uvas que los hacía más o menos dulces, así como a las soleras que cada uno poseía. El denominador común, por tanto, de todos ellos, era el ser vinos rancios, generosos, dulces, con un elevado grado y un “bouquet” inigualable.


La historia del vino fondillón


Su historia está plagada de grandes anécdotas. A finales de la Edad Media, en 1494, Fernando el Católico tenía al Fondillón como objeto de culto en su mesa. Convertido en vino con Denominación Real fue saboreado por reyes y cardenales haciéndose famoso durante el Renacimiento; toneles de este vino llenaron la bodega del buque en que Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo y fue el último reconstituyente que los médicos recomendaron al Rey Luis XIV de Francia, que tomaba bizcochos mojados en este vino. El cocinero mayor de Felipe II aseguraba que los príncipes japoneses que visitaron al monarca reconocieron quedar encantados con el vino  Fondillón.  Su fama también fue reconocida por escritores de la talla de Shakespeare, Alejandro Dumas que lo menciona en el Conde de Montecristo o Daniel Defoe en Robinson Crusoe. Nuestro célebre escritor Azorín dijo esto: “vino centenario, su sabor es dulce, sin empalago; por su densidad empaña el cristal; huele a vieja caoba” También mencionó Azorín varias veces el Fondillón en sus libros: la primera cuando explicaba cómo el Conde de Aranda, fundador de la masonería en España, le enviaba botellas de Fondillón nada más ni nada menos que a Voltaire.

La filoxera y la casi desaparición del vino.

La invasión del pulgón de la la Filoxera marca un hito transcendental en la historia de la viticultura de todos los países europeos.  En España se pone de manifiesto de manera rotunda en 1878, cuando se importaron las plantas de Francia que dio lugar a la infección y a punto estuvo de acabar con el vino Fondillón cuando se encontraba en su máximo esplendor de producción y conocido y valorado internacionalmente
El político y empresario del comercio del vino Don Juan Maisonnave, asistirá ese año al Congreso Foloxérico celebrado en Madrid, como representante de la provincia alicantina. Publica unas hojas, a modo de carteles, dirigiéndose a los labradores de la provincia, dando instrucciones sobre la filoxera.
La llegada de la plaga a Alicante dejaría al vino Fondillón casi relegado al olvido y con producciones muy escasas. Nuestra huerta se abandonó, las acequias se llenaron de tierra, los caminos se olvidaron, las casas se abandonaron y las Torres de la Huerta se comenzaron a destruir. Luego llegó el turismo y el crecimiento demográfico y sepultó casi todo con asfalto y urbanizaciones, haciendo que los nuevos habitantes ni siquiera recordaran que en aquellas tierras donde hoy tenemos apartamentos, avenidas, jardines y piscinas en su día fuera la cuna de uno de los vinos más importantes y reconocidos a nivel mundial.


El renacer del vino Fondillón


Todo comenzó hace pocas décadas cuando Eleuterio Llorca heredó un tonel de roble americano lleno de fondillón de solera del año 1871. Llorca coincidió, en forma casual, con Salvador Poveda, famoso bodeguero de Monóvar, y allí nació una colaboración y amistad culminada con el redescubrimiento del famoso vino añejo. Cuando su producción y tradición estaba ya casi perdida y olvidada, en los años 60 Salvador Poveda realizó un genial trabajo de investigación y recuperación.
A raíz de esta iniciativa, varios vinateros alicantinos, recogieron el testigo y volvieron a elevar la bondad de este vino a las alturas de que gozó en la antigüedad.  
Hoy en día se produce en tierras del Valle del Vinalopó, tras el abandono y destrucción al que se ha sometido la huerta alicantina. En Monóvar, Pinoso, Sax… se produce un Fondillón cuya elaboración y crianza difieren en algunos aspectos de los de la Huerta.
Algunas de las bodegas que lo siguen produciendo son Salvador Poveda, Primitivo Quiles, Bodegas Alfonso, Bocopa o la Cooperativa Nuestra Señora de las Virtudes.



Bibliografía:

-       Aspectos históricos de los vinos alicantinos. Instituto de estudios alicantinos. 1979. Enrique Cernuda Juan; Rafael Marhuenda Verdejo

-       Historia de la ciudad de Alicante. Tomo III. Edad Moderna. Patronato Municipal para la conmemoración del Quinto Centenario de la ciudad de Alicante. Alicante 1990.

-       Artículo de Rafael Poveda_ Fondillón: La joya de la Corona. Publicado en el número 3 de la revista El Salt, del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert.

-       Artículo de Emilio Soler en el Diario Información el 2-4-2000

-       Asociación Cultural Alicante Vivo  www.alicantevivo.org
L       
        Artículo de Ismael Valero en Llibret de les Fogueres de Sant Joan. Barraca Pica i Vola 2014.




Fotografías


1- Torre Boter.

La Torre Boter situada en el camino a Benimagrell, Se trata de una torre de planta cuadrada de unos cinco metros de lado y unos doce metros de altura aproximadamente. Esta realizada en sillería de factura más regular en las esquinas. La base está ataludada hasta una altura de un metro y medio. Se comunican las plantas mediante escalera de caracol. La casa anexionada tiene sobreimpresionada sobre la puerta la gran cruz de Malta, de ocho puntasvenerado por los caballeros hospitalarios o de la Orden de San Juan de Jerusalén. La época de construcción, se sitúa en el siglo XVI. 
-       Mapa vinícola de la provincia de Alicante en 1887, perteneciente a la Biblioteca Nacional, elaborado por José Pérez Martinón y dedicado al señor don Juan Maisonnave.
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          Fondos Archivo Municipal Alicante. A.M.A:

-       Imágenes de las pipas de vino y los toneles(llamados bocoyes) que se acopiaban en los tinglados del puerto y Canalejas para darles salida al comercio marítimo.
-       Imágenes muelle de Alicante.
-       Manifiesto del uso del agua 1739.
-       Etiqueta botella vino Fondillón 1871 de Juan Maisonnave.











             

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